viernes, 7 de noviembre de 2014

Apuntes desde el Muro.

La caída del Muro berlinés, ese universal acontecimiento decretado por un funcionario alemán con muy pocas solemnidades, sorprendió a la entonces ciudadana Merkel en la sauna ( según su propia versión).  Un curioso comienzo para la mujer que desde la antigua RDA salta a la política y afianza la reunificación modélica de Alemania y de Europa. 
La última y extensa novela de Follet se recrea en ese momento histórico y hasta los de Pink Floid insinuaron algo en su album más popular.

  Al margen de anécdotas, es indiscutible que la Puerta de Brademburgo, expresó la ruptura de ese gélido equilibrio entre un Este grisaceo, agotado y un Oeste no siempre idílico pero más libre y avanzado.

 El modelo comunista en su versión totalitaria se tambaleó porque la libertad es el espacio natural del hombre y se impone tarde o temprano.  

La Democracia se asume como modelo de convivencia y los Derechos Humanos se erigen como el universal referente ético en toda organización.

 Sylvester Stallone se quedó sin filón cinematográfico para recrear hazañas heroícas; 
 Amstrong, Collin y Aldrín se impusieron claramente a Gagarin o a la pobre perra Laika, en ese imaginario tablero espacial; Las barras y las estrellas arrasaron en el deporte pese a los esfuerzos de los Sabonis o Comanneci.

  Pero el mundo siguió y la equidistancia Este - Oeste, dió paso a esa geografía de la pobreza, la del Norte y Sur y  como predijeron Lapierre y Collins... China despertó y el mundo tembló. O mejor dicho, el Mundo la cortejó.

  El mundo siguió y aparecieron otros muros: los del fundamentalismo islamista, los del nacionalismo excluyente que nunca se fue y los del populismo devastador. Esos muros que no son físicos sino más profundos pero que amenazan con imponer su nuevo orden con las armas de la pobreza y la división. 

A veces esos muros se colorean, se visten de víctimas, de ilusión... Pero no nos engañemos, son muros. 

Conrado Escobar.